Desde finales del siglo XVIII, en torno a la torre se concentra la comunidad pescadora, en la que son fundamentales las mujeres. Además de atender la casa, las mujeres tenían presencia en el puerto, ya fuera remen- dando las redes, estibando las capturas, tendiendo la ropa o yendo a vender el pescado, entre otras muchas tareas.

Hoy, la explanada que tienes delante, llamada «de les Moreres», es el lugar donde las remendadoras trabajan aún manualmente, con la silla, el gancho y la aguja, como habían hecho sus madres y abuelas.

La construcción en 1947 del carro o varadero ayudó a la construcción y calafateado de las barcas.

Disponer de un lugar de fondeo seguro desde finales de la década de los veinte fue una bendición para los pescadores. Coincidió con la motorización de las embarcaciones, hasta entonces propulsadas por remos y velas.

Las primeras barcas de motor calaban mucho y ya no se podían sacar y varar en la playa. Se necesitaba un puerto y renovar la flota gracias al trabajo de los maestros de azuela locales. La incorporación, en 1947, del carro o varadero ayudó a la construcción y calafateado de los barcos.